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lunes, 18 de junio de 2012

Calefacción a partir de biomasa, solución a los residuos agrarios


La Fundación Cajamar y Coexphal expusieron en su último seminario los resultados de proyectos de investigación de la presente campaña 

En la provincia de Almería se generan cada año 900.000 toneladas de residuos agrarios procedentes de los invernadero, entrañando para el sector agrario un problema que, con el paso de los años, ha quedado demostrado que sigue sin una solución efectiva. Estos datos se exponían en el último seminario agronómico de la actual campaña, organizado por la Fundación Cajamar y Coexphal para exponer los resultados de los proyectos de investigación en los que los expertos han trabajado en el último año. En relación a la problemática de la generación de restos vegetales y su posterior gestión, desde la Fundación Cajamar trabajan en un proyecto centrado en producir calor a partir de biomasa. María Dolores Fernández, investigadora de la Estación Experimental 'Las Palmerillas' de la Fundación Cajamar, centró parte de su intervención en exponer los resultados del proyecto que se lleva a cabo, determinando la oportunidad de utilizar estos restos vegetales como fuente de calor y dióxido de carbono para los cultivos de invernadero, ya que «los residuos de invernadero están formados principalmente por carbono, de esta manera se puede eliminar el problema medioambiental derivado de la generación de residuos, además de reducir el coste de producción en los invernaderos por uso de combustibles fósiles así como aumentar el beneficio como aumentar el beneficio por el aumento de producción derivado del uso de calefacción y técnicas de enriquecimiento carbónico».

miércoles, 30 de mayo de 2012

Un estudio de la UJI apuesta por la biometanización de los residuos biodegradables como generador de biogás

La biometanización de los residuos biodegradables podría convertirse en una alternativa eficaz en la gestión tradicional de los residuos, capaz de generar energía renovable como el biogás (compuesto fundamentalmente de metano y dióxido de carbono); reducir el volumen y peso de los residuos que van a los vertederos y disminuir la emisión de metano a la atmósfera, muy adecuada para un país como España, con un amplio tejido agrícola y mucha industria agroalimentaria, según las conclusiones de la investigación realizada por el ingeniero industrial de la Universitat Jaume I de Castellón, Álvaro Álvarez Arregui.

El objetivo fundamental de la biometanización es la reducción del volumen de residuos biodegradables como consecuencia del proceso anaeróbico (sin oxígeno) de descomposición producido por las bacterias y microorganismos en la materia orgánica mediante el que se obtiene una fracción gaseosa llamada biogás, que puede ser utilizada por la producción de electricidad, combustible para vehículos o como nutriente por la tierra.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Desperdiciar alimentos en los hogares contamina más que las emisiones de miles de coches


Una investigación realizada por científicos de la Universidad de Edimburgo revela que la leche desperdiciada en los hogares de su país (en un gesto tan sencillo como verter los restos del desayuno) genera cada año una huella de carbono equivalente a 100.000 toneladas de CO2, las emisiones anuales de 20.000 coches.

La leche no es una sustancia contaminante, por lo que la elevada huella de carbono que genera su desperdicio no se deriva de su composición, sino de los recursos naturales que se han utilizado en las explotaciones ganaderas para producirla y luego tirarla. Según ha informado el diario ABC, la investigación realizada por la Universidad de Edimburgo ha revelado que la cantidad de leche desperdiciada asciende a las 360.000 toneladas anuales.

La utilización de recursos naturales para producir alimentos que después no son consumidos tiene un grave impacto medioambiental. Reducir la cantidad de comida que se compra para evitar malgastarla es, según los investigadores escoceses, un gesto que podría disminuir de manera significativa las emisiones a la atmósfera. Aunque buscar nuevas formas de producción más eficientes para la industria alimentaria también contribuiría a la reducción del impacto medioambiental de la misma, no desperdiciar alimentos es una solución que podría aplicarse a efectos inmediatos.

Producción cárnica, elemento contaminante.

La producción de carne y otros productos de origen animal como los huevos o la leche envían a la atmósfera mayor cantidad de gases de efecto invernadero que los vegetales, ya que se cultivan grandes cantidades de cereales para alimentar al ganado. Según informa ABC, si la cantidad de pollo que se consume en los países desarrollados se redujera a la mitad, los efectos para el medio ambiente serían los mismos que retirar 10 millones de automóviles de las carreteras.

El responsable del estudio, David Reay, de la Escuela de Geociencias de la Universidad de Edimburgo, ha declarado que “comer menos carne y desperdiciar menos alimentos puede jugar un papel importante en ayudar a evitar el crecimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero a medida que aumenta la población mundial”. Las cifras de su investigación son claras: si el consumo de pollo cayera de los 26 kg anuales a la media japonesa de 12 kg, las emisiones mundiales de los gases producidos por las granjas avícolas caerían, reduciendo la producción mundial de óxido nitroso en un 20%.

Sin embargo, no se prevé una reducción de la demanda de carne ni de alimentos en general. Al contrario, se espera que el consumo de carne y alimentos crezca paralelamente a la población mundial.
Fuente: CompromisoRSE.com (15/05/2012)

viernes, 11 de mayo de 2012

Agrowaste saca el jugo a los restos vegetales


La industria agroalimentaria produce anualmente millones de toneladas de desechos para los que se debe de buscar una salida que permita reducir el impacto ambiental que provocan en el medio ambiente, así como mejorar la competitividad de las empresas. En los últimos años ha cobrado fuerza la vía de aplicar y desarrollar nuevas técnicas para sacarles un provecho y obtener un beneficio económico. 'Agrowaste' es un nuevo proyecto europeo que pretende aportar un valor añadido a los residuos y subproductos orgánicos (pieles, huesos, cáscaras, lodos de depuración,...) que se generan a diario en las empresas de productos transformados de frutas y hortalizas, a través del uso de tecnologías limpias.

Se trata de una iniciativa liderada por el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (Cebas-CSIC), que cuenta con la colaboración del Centro Tecnológico de la Conserva y la Alimentación (CTC) y la Agrupación de Conserveros y Empresas de Alimentación de Murcia, Alicante y Albacete (Agrupal).

El proyecto, que tiene un presupuesto de 1,7 millones de euros y ha recibido para su ejecución ayudas del programa europeo Life+, se desarrollará íntegramente en la Región de Murcia durante los próximos tres años. La elección se debe a su larga tradición en el sector de los transformados de frutas y vegetales (conservas, zumos,...), así como el potencial que tiene para llevar a cabo acciones de valorización, desarrollando productos a partir de la gran cantidad de residuos agroalimentarios que se generan. El proyecto podría aplicarse en el futuro en otras zonas con características similares a las de la Región en concentración de industria agroalimentaria.

'Agrowaste' tiene como objetivo ayudar a las empresas a tomar decisiones sobre la manera más adecuada de aprovechar y sacar el máximo rendimiento a los restos que resultan de las frutas y hortalizas procesadas. La idea es que puedan disponer antes de 2014 con una información extensa y detallada sobre las diferentes posibilidades tecnológicas que tienen para obtener la mayor rentabilidad de sus residuos, incluyendo estudios económicos y de viabilidad en consonancia con la política medioambiental de la Unión Europea.

La coordinadora del proyecto y científica titular del Cebas, Margarita Ros, señala que la primera fase consiste en la creación de una base de datos con todos los residuos y subproductos orgánicos que se crean en el proceso de transformación de vegetales, que incluirá la mayor cantidad de información «para una caracterización tanto cualitativa como cuantitativa».

Para este fin, se tendrán en cuenta aspectos como el tipo de residuo o subproducto orgánico, el proceso agroindustrial involucrado y la estacionalidad y localización por comarcas de los diferentes restos vegetales considerados. También incorporará una estimación de los volúmenes generados para cada residuo, de acuerdo con las fuentes y las condiciones técnicas en las que se producen, además de las características físicas, químicas y biológicas, y la gestión y métodos de eliminación utilizados hasta el momento, para los que se valorará el coste económico, los problemas ambientales y las dificultades técnicas.

De acuerdo a los estudios con los que trabajan los investigadores, realizados por el CTC y Agrupal, el cardo (penca, hoja y corazón), la alcachofa (brácteas y tallos) y la naranja para zumo (piel, cortezas y semillas), con un porcentaje que oscila entre el 60% y el 65% de restos del total de materia prima procesada, son los que más residuos generan.

Entre los que menos cantidades producen se encuentran los brotes de ajo (partes blancas), con un 17%, el tomate (piel, pepita y podridos), con un 15%, y las espinacas (hojas secas), con tan solo un 13%.

Otros datos que se tienen en cuenta son el volumen de agua residual y la cantidad de lodos de depuradora que generan estos productos durante su elaboración. La alcachofa se encuentra de nuevo entre las primeras, con una cifra que varía entre los 500 y los 1.600 metros cúbicos de agua residual y de dos a cuatro toneladas de lodos por cada 100 toneladas procesadas. También destaca el melocotón, que produce entre 600 y 900 metros cúbicos y entre 4 y 7 toneladas de lodo (pudiendo llegar hasta las 11), y el pimiento, entre 500 y 900 m3, puesto que, junto a la alcachofa, son los productos que más se procesan en la Región.

Aunque 'Agrowaste' está dirigido inicialmente a los productos vegetales transformados, en el futuro se puede ampliar a otros tipos de residuos.

Herramienta 'on line'

La segunda fase del proyecto consiste en poner en marcha una base de datos de las tecnologías limpias para la gestión y valorización de los residuos y subproductos orgánicos. En esta tarea se recopilarán estrategias, métodos y tecnologías limpias que existan a nivel de desarrollo científico-técnico. Para ello, se utilizará toda la información que esté al alcance de los investigadores a través del uso de meta-buscadores específicos capaces de rastrear tecnologías existentes en bases de datos de patentes mundiales, noticias, comunicados de prensa, bases específicas,...

'Agrowaste' contempla el desarrollo de una herramienta informática 'on line', un sistema de decisión inteligente (SDI), que permitirá proporcionar soluciones viables a los casos particulares. Se atenderá a variables como la tipología de los residuos, el volumen, su estacionalidad, la complementariedad con otros restos, la localización,... El sistema, una vez analizadas todas las opciones, recomendará la tecnología más adecuada para aprovechar y dar un valor añadido a los restos vegetales de acuerdo al caso concreto y específico que plantee cada empresa.

José Antonio Pascual, uno de los investigadores científicos del Cebas-CSIC que participa en el proyecto, subraya que, una vez se recopile toda la información, se realizarán demostraciones piloto a escala de las propuestas más viables «para que los empresarios puedan comprobar 'in situ' cómo se puede aprovechar los residuos». Las pruebas irán dirigidas inicialmente a tres sectores: extracción de compuestos de interés, energía y agricultura, que podrían ampliarse en el futuro.

Las frutas y vegetales contienen sustancias de gran interés en la producción alimentaria. A partir de sus restos se pueden extraer, por ejemplo, fibras, compuestos fenólicos o compuestos aromáticos, que se utilizan posteriormente para el enriquecimiento de zumos, leche, frutas en conserva... Se trata de una práctica habitual en el sector alimentario y en el cosmético.

Generar energía

El proyecto también busca mejorar los métodos para obtener energía, puesto que la digestión anaerobia (DA) de los restos y subproductos más adecuados, los que seleccione el sistema de decisión inteligente, permitirá conseguir una mayor cantidad de biogás. Además, el digestato final (subproducto resultante de la DA) se estabilizará mediante un tratamiento aerobio (compostaje) para su aprovechamiento en la agricultura, puesto que se puede utilizar como enmienda orgánica de suelo en diferentes cultivos, como sustituto parcial o total de la turba como sustrato de cultivo en semillero e incluso como biofertilizante, biopesticida o bioestimulante.

El investigador resalta que la inversión en métodos para aprovechar los residuos conlleva un importante ahorro económico. También señala que la idea del proyecto es que, según el tamaño de las empresas, se puedan compatibilizar varias tecnologías limpias en una de gran potencial, así como que varias pequeñas puedan colaborar entre sí encargándose cada una de una técnica en concreto.

«El sistema lógico de trabajo es una gestión integral de los residuos, que consistiría en que al producirse el residuo de las frutas y hortalizas procesadas, se extraen en primer lugar los compuestos de interés para la alimentación. Después, lo que queda se aprovecha para obtener biogás. Una vez que ya no produce más energía, la cantidad restante se somete a una bioestabilización aerobia para utilizarla como enmienda orgánica en el campo o sustrato de cultivo. El objetivo es alcanzar el residuo cero», explica.

Los responsables del proyecto tienen previsto realizar numerosas campañas para concienciar a las empresas agroalimentarias de la rentabilidad económica y la importancia medioambiental de la valorización de los residuos y subproductos orgánicos que generan. Para ello, difundirán los resultados alcanzados en el ámbito local a través de la asociación de conserveros y empresas de la alimentación y mediante la página web del proyecto.
Fuente: LaVerdad.es (08/05/2012)

lunes, 9 de abril de 2012

Nuevos productos que exigen nuevos procesos de reciclaje: “Las cápsulas de café”


El reciclaje de cápsulas de café es una tendencia en auge por la gran demanda y consumo de este tipo de productos en los últimos años. El uso de cafeteras que utilizan estas cápsulas se ha incrementado en casi un 70% y ha creado un residuo que antes no existía. Las cápsulas de café de un solo uso están hechas de aluminio: un material infinitamente reciclable, pero que requiere un proceso complejo. No se pueden depositar al contenedor amarillo porque aunque son de aluminio, están llenas de posos de café que impiden su reciclaje.

Por ello, la compañía de café Nespresso se ha visto obligada a desarrollar el proyecto Ecolaboration para recoger y reciclar sus cápsulas separando y limpiando el aluminio de los posos de café. Para ello, ha colocado puntos de reciclaje en sus boutiques de España y otros puntos de venta. En total existen 100 puntos de recogida por todo el país con el objetivo de reciclar un 75% de las cápsulas usadas en todo el mundo para el año 2013.

Sus clientes pueden reciclar las cápsulas de café que utilizan. Sólo tienen que llevarlas a un punto de recogida y de allí son trasladadas hasta una planta de Igualada (Barcelona) del Grupo Tradebe donde se separa el café del aluminio. Los posos se utilizan para compostar con otros residuos orgánicos  y el aluminio se envía a otra instalación próxima del mismo grupo para refundirlo y venderlo a otras compañías.

Para cerrar el círculo y traducir el reciclaje de café en abono, la compañía de café entregó este mes de diciembre un donativo a la Federación Española de Bancos de Alimentos en forma de 50 toneladas de arroz que habían sido cultivadas con un compost obtenido con los restos de café de las cápsulas recicladas.

Todavía no hay una solución definida para las cápsulas de plástico pero la necesidad va obligando a buscar soluciones. En Bizkaia, la Diputación ha instalado 23 puntos de recogida para las cápsulas de café monodosis tanto de aluminio como de plástico en sus puntos móviles. Después, estos residuos los recoge Nestlé España.
Fuente: BLOG DE RESIDUOS la cuarta R (04/04/2012)

miércoles, 28 de marzo de 2012

Utilizan restos de la poda del olivar para producir biodiésel, aditivos y papel

Investigadores de las universidades de Córdoba y Huelva trabajan en un proceso de separación de los distintos componentes de residuos procedentes de poda del olivar y pajas de cereales para obtener biodiésel, aditivos alimentarios y pastas celulósicas.
Un equipo de investigadores del Departamento de Ingeniería Química y Química Inorgánica de la Universidad de Córdoba, en colaboración con el departamento de Ingeniería Química, Química Física y Química Orgánica de la Universidad de Huelva trabajan en un proceso de separación de los distintos componentes de residuos procedentes de poda del olivar y pajas de cereales para obtener biodiésel, aditivos alimentarios y pastas celulósicas para obtener papel.

Los expertos han puesto en práctica el concepto de biorefinería, que trata de aprovechar de manera integral la biomasa disponible, bien sacando partido del poder calorífico de estos residuos como fuente energética o bien obteniendo productos dirigidos a las industrias alimentarias y farmacéuticas.

“La biorefinería es el término utilizado actualmente para describir la tecnología de fraccionamiento de la biomasa vegetal en energía, productos químicos y bienes de consumo”, explica el investigador responsable del proyecto, Alejandro Rodríguez, de la Universidad de Córdoba.

Los investigadores quieren usar la biomasa vegetal como materia prima, tanto para producción de bioenergía como de bioproductos, superando la visión clásica de destinar los residuos sólo a la industria papelera. “Nuestra investigación no sólo aplica los procesos de pasteado clásicos, centrados exclusivamente en obtener una fracción sólida de los vegetales rica en celulosa”, explica Rodríguez.

De esta forma, han puesto en práctica procesos químicos que permiten separar con eficiencia los principales componentes de la materia vegetal. Una vez separados y purificados pueden presentar múltiples aplicaciones industriales como la fabricación de polímeros, es decir, estructuras químicas sobre las que obtener otros compuestos. Otros usos serían la formulación de productos químicos (fármacos, aditivos alimentarios, aromas...), el desarrollo de materiales con propiedades especiales (aislantes, adhesivos, espesantes, barnices, pinturas) y la obtención de bioetanol, además de la pasta celulósica para fabricar papel.

Un residuo, tres fracciones

El método utilizado consiste en separar los residuos en tres fracciones: hemicelulosas, celulosa y lignina. La primera se compone mayoritariamente de azúcares, por tanto, muy interesantes para la obtención de aditivos alimentarios, como los xilitoles que se añaden a los chicles.

Por su parte, la celulosa se ha venido aprovechando hasta la fecha en la obtención de pastas celulósicas para la posterior producción de papel y cartón. Sin embargo, los investigadores piensan en ella como base para la obtención de bioetanol. “Sometemos esta fracción a tratamientos físicos o químicos con objeto de modificar la estructura celular y conseguir soluciones óptimas. La degradamos a glucosa y obtenemos etanol mediante fermentación”, precisa Rodríguez.

Por tanto, los expertos pretenden partir del residuo agrícola extraer las fracciones más interesantes en unas concentraciones y calidad que sea aptas para procesos posteriores como la obtención de azúcares, la industria farmacéutica, la alimentación animal, composites o integrarla en otros compuestos, como base de la química verde.

En esta tarea, también participa la Universidad de Huelva que se encarga de la caracterización de la fracción hemicelulósica y de lignina. Esto supone que los expertos onubenses aportan datos de composición en azúcares que tiene la fracción hemicelulósica, así como la composición y potencia calorífica de la lignina que, dado la diferente naturaleza de cada materia prima, es distinta en la poda del olivo y en la paja de cereales.

Precisamente, en relación a este último residuo, la empresa ECOPAPEL de Écija está muy interesada en los resultados que se puedan obtener de este proyecto. “Están montando una línea de negocio basada en la elaboración de envases a partir de pasta celulósica a partir de paja de trigo y quieren aprovechar este recurso natural al máximo. Les interesa saber si es posible la obtención de etanol en lugar de pasta y qué hacer con las ligninas”, anticipa Rodríguez.

Ventajas ambientales

Además de sus objetivos científicos, los investigadores andaluces aportan con su proyecto un beneficio ambiental. Por un lado, aprovechan residuos abundantes en Andalucía como los restos de poda de olivo y la paja de trigo o arroz.

Actualmente, estos residuos se incineran o se trituran para esparcirlos sobre el terreno, lo que resulta caro y puede dar lugar a otros problemas como la aparición de plagas. La alternativa que proponen los investigadores supondría convertir ese residuo en un nuevo recurso. “Aprovechamos las fracciones hemicelulósica y lignina, que actualmente se queman e investigamos en el aprovechamiento de la celulosa para obtener bioetanol permitiendo un óptimo aprovechamiento de la biomasa vegetal”, precisa el investigador.

Por otra parte, en el proceso de obtención de los nuevos compuestos, los investigadores apuestan por la utilización de tecnologías y principios de química verde. Ejemplo de estas buenas prácticas son la recuperación de disolventes y reactivos, así como minimizar las emisiones de efluentes y gases.

Estos trabajos se desarrollan en el marco del proyecto "Biorrefinería de residuos agrícolas. Beneficio de hemicelulosa, celulosa y lignina", calificado de excelencia por la Consejería de Economía, Innovación y Ciencia de la Junta de Andalucía.
Fuente: AgenciaSinc.es (27/03/2012)

lunes, 12 de marzo de 2012

Biolacas de residuos de tomate para las conservas


Cada año se generan unos 300 millones de toneladas de residuos de tomate en la Unión Europea. Desechos que se generan especialmente por la industria dedicada a producir concentrado de tomate. En la actualidad, las pieles y semillas se utilizan básicamente para alimentar al ganado. El resto, la gran mayoría, hay que eliminarlo, con el consiguiente coste.

Otra opción es aprovechar estos desechos y dar así un nuevo uso a un residuo. Y es precisamente este objetivo el que pretende alcanzar el proyecto europeo para hacer biolacas de residuos de tomate que después serán utilizadas en el exterior e interior de las latas de conservas para prevenir la corrosión y evitar la contaminación de elementos metálicos en los alimentos.

Esta iniciativa, coordinada desde Italia por la estación experimental para la industria conservera alimentaria en el que participan desde España Tecnalia, el Centro Tecnológico Agroalimentario de Extremadura (Ctaex) y conservas Martinete, permitirá que las latas sean más seguras para el consumidor y al mismo tiempo más reciclables.

En la actualidad, las lacas empleadas en las conservas son sintéticas y garantizan una flexibilidad, adhesión y resistencia a la corrosión. Sin embargo, «en los últimos años hay cierta controversia sobre si los residuos de la laca pueden suponer un problema de seguridad alimentaria, por la presencia entre otros del bisfenol A, uso de organosoles...», explica Xavier Gómez, investigador de Tecnalia.

Por eso, este proyecto pretende extraer la molécula de cutina, un poliester natural en los residuos de tomate, y convertirla en bioresina que, mediante diferentes procesos, permitirá obtener una biolaca apta para barnizar el interior y el exterior de las latas de conserva. La dificultad estriba en lograr que «esta laca natural –prosigue el experto– tenga las mismas propiedades de flexiblidad, adhesión y resistencia a la corrosión que las sintéticas, por lo que aunque en un principio intentaremos que sea cien por cien natural, quizá tengamos que mezclar una parte sintética».

SEGURAS Y RECICLABLES

Respecto al reciclado, «el porcentaje de rechazo será menor con las ecolacas, ya que cuando se recicla el metal se ha comprobado que no todos son igual de aptos según la laca sintética que tengan», añade.

De conseguirlo, esta iniciativa que acaba de arrancar permitirá reducir los costes de eliminación de los residuos de tomate al poder reutilizarlos para este fin, así como que hacer que las latas de conservas sean más seguras para el consumidor. Todo un objetivo que se espera alcanzar en 2013 y para el que se han destinado 1.050.000 euros de inversión, de los cuales más de 800.000 provienen de fondos europeos, al tratarse de un proyecto del Programa de Investigación en beneficio de las Pymes.
Fuente: LaRazón.es (10/03/2012)

lunes, 16 de enero de 2012

Consumir por consumir


Vivimos en una sociedad consumista. Nos gusta la idea de comprar, tanto que hay quien lo puede llegar a asimilar a una forma de ocio. Si algo se estropea por todos es sabido que lo más probable es que nos resulte más económico desecharlo y comprar uno nuevo. Además, nos sentimos bien con las novedades, con ese último modelo más grande, más bonito, mejor. Comprar, tirar y volver a comprar.

Y esto es así incluso con los alimentos. ¿Es tan importante el aspecto de lo que comemos? Al menos eso es lo que parece. Sin ir más lejos, planteemos la idea con frutas y verduras. Hemos asumido que el tomate rojo, redondo, brillante es el bueno. ¿Qué pasa con los que no cumplen estos “cánones de belleza”? ¿Esos que no presentan un aspecto impoluto? No es que estén en mal estado, se pueden consumir pero, sencillamente, no los queremos. La consecuencia directa es que, sin necesidad, todos esos alimentos desafortunados acaban en la basura.

Por otra parte, ¿compramos por encima de nuestras necesidades? Sin duda, no en todos los casos es así pero, probablemente, casi nadie podría afirmar que nunca ha tenido que tirar algo que, olvidado en la nevera, se ha echado a perder.

Consideremos esto a nivel global: cantidades ingentes de comida tiradas a la basura. Concretamente, según el informe Global food losses and food waste de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), el desperdicio per cápita entre los consumidores es de 95-115 kg anuales en Europa y Norteamérica. Y mientras, crisis alimentaria en el Cuerno de África. Pero no hace falta irse tan lejos. Todos hemos podido observar alguna vez de cerca que hay gente que no tiene para comer. Sin embargo, no es raro encontrar que, por ejemplo, ciertos restaurantes prefieran la opción de deshacerse de la comida preparada que les sobra al cierre antes que dárselo a quien vive en la calle. Será que no da buena imagen.

Por si fuera poco el gasto económico que esto supone, sumémosle el de la gestión de los residuos, porque esos alimentos ya se han convertido en residuos y algo hay que hacer con ellos. Aparte de la eliminación en vertedero, es cierto que existen opciones a través de las cuales se podría recuperar parte de esa inversión económica, como por ejemplo el compostaje. El problema en este caso es que, aunque se está trabajando en aumentar su calidad y dar más confianza al consumidor, hay que contar con el difícil mercado que tiene el compost actualmente.

Es evidente que son muchos los motivos por los que esta dinámica debería empezar a cambiar, comenzando por cuestiones como replantear la forma de actuar de ciertos restaurantes y supermercados o diseñar otro tipo de publicidad en la que se deje de animar a comprar más de lo que se necesita. Pero somos también cada uno, como consumidores, quienes tenemos la posibilidad y la responsabilidad de hacer algo al respecto, y puede ser tan sencillo como planificar la cesta de la compra o no llenar el plato innecesariamente en los restaurantes tipo buffet libre. Al fin y al cabo, es tarea de todos tomar conciencia de que tirar comida es algo inaceptable.



Autora: Cristina Torres Prieto
            Licenciada en Biología
            Cátedra Ecoembes Medio Ambiente