miércoles, 28 de septiembre de 2016

Aproximación al desperdicio alimentario, causas, impactos y posibles soluciones

El pasado mes de febrero el senado francés aprobó por unanimidad una ley contra el despilfarro alimentario; 6 meses más tarde el senado italiano hizo lo propio promulgando una ley contra el derroche de los alimentos y a favor de su donación para fines sociales.

Tanto la pérdida como el desperdicio alimentario, hacen alusión a la merma en las etapas sucesivas de la cadena de suministro de alimentos destinados al consumo humano. Hablamos de pérdida de alimentos cuando éstos se estropean antes de llegar a su fase de producto final o a la venta minorista, mientras que el desperdicio se refiere a alimentos que, siendo aptos para el consumo humano, no se consumen porque se deja que se estropeen o son descartados por minoristas o consumidores.

Las causas de la pérdida de alimentos son múltiples y variadas como por ejemplo problemas relacionados con la recolección, almacenamiento y almacenaje, transporte, infraestructura, mecanismos de mercado, precios, etc.


EL DESPILFARRO EN CIFRAS

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano se pierde o se desperdicia, lo que equivale a 1.300 millones de toneladas al año, que ocasionan la emisión a la atmósfera de 3.300 millones de toneladas de gases de efecto invernadero.

Sólo en Europa 29 millones de toneladas de productos lácteos se pierden o desperdician cada año, el 8% del pescado capturado mundialmente luego es devuelto al mar en estado moribundo. De los 263 millones de toneladas de carne de vacuno producido mundialmente, alrededor de un 20% se pierde o desperdicia, el equivalente a 75 millones de vacas. Pero sin duda, las frutas y hortalizas son las verdaderas reinas del despilfarro, casi la mitad de todas las frutas y hortalizas del mundo se desperdician.

IMPACTO DE LA PÉRDIDA DE ALIMENTOS

La pérdida de alimentos tiene repercusiones negativas en el alivio de la pobreza, la nutrición mundial e incluso el crecimiento económico lo cual dificulta la consecución de los objetivos del milenio fijados por la ONU.

La merma en los alimentos representa un desperdicio de los recursos e insumos utilizados en la producción de los mismos, como tierra, agua y energía, incrementando los residuos generados y por tanto las emisiones de gases de efecto invernadero.

La magnitud del impacto aumenta con el nivel de procesamiento y refinado de los productos alimentarios y el eslabón de la cadena de suministro de alimentos en el que estos se pierden o desperdician. Por lo general, las pérdidas pequeñas se asocian con una mayor eficiencia en el suministro de alimentos y, a la larga, con un reciclado de recursos más efectivo, menos necesidades de almacenamiento, distancias de transporte más pequeñas y una utilización energética menor. Sin embargo, las soluciones para reducir las pérdidas suelen suponer un mayor uso energético, sobre todo en la conservación de los productos alimentarios. Por supuesto, desde un punto de vista medioambiental, los impactos negativos de las medidas para reducir las pérdidas y los desperdicios de alimentos deberían ser menores que los beneficios.

¿Y EN ESPAÑA?

España ocupa la séptima posición como país más derrochador de alimentos de Europa, y los hogares constituyen el 42% de este derroche, seguidos por la industria de la alimentación.

El año pasado, los españoles tiraron a la basura 1.325,9 millones de kilos de comida. Las primeras víctimas son los productos frescos, que suelen terminar en el cubo por olvido o falta de organización.

INICIATIVAS CONTRA EL DESPILFARRO

La reducción de las pérdidas y el desperdicio de alimentos atrae un creciente interés y suscita actuaciones a nivel mundial. Gobiernos, instituciones de investigación, productores, distribuidores, minoristas y consumidores, tienen enfoques diferentes sobre el problema, sus soluciones y la capacidad de realizar cambios. En este contexto la FAO actúa como mediador promoviendo iniciativas como Save Food.

La FAO y Messe Düsseldorf lanzaron la Iniciativa Save Food en la feria internacional de la industria del envasado Interpack2011, que se celebró en Düsseldorf (Alemania). El programa global reposa en cuatro pilares principales:

  1. Colaboración y coordinación de iniciativas mundiales para reducir las pérdidas y los desperdicios de alimentos. Save Food ha establecido una alianza global con organizaciones públicas y privadas y compañías activas en la lucha contra las pérdidas y los desperdicios de alimentos. Para desarrollar, planificar e implementar intervenciones y recursos de forma eficiente es imprescindible que todas las iniciativas estén bien coordinadas de manera que todos los participantes sepan qué está ocurriendo en el mundo; se compartan información, problemas y soluciones; y se armonicen metodologías, estrategias y enfoques.
  2. Aumentar la sensibilización sobre el impacto y las soluciones de las pérdidas y los desperdicios de alimentos. Esto es posible mediante la realización de campañas de comunicación y publicidad, la divulgación de los hallazgos y resultados de la Iniciativa Save Food y la organización de congresos regionales Save Food.
  3. Investigación en políticas, estrategias y programas para reducir las pérdidas y los desperdicios de alimentos. Esto incluye la realización de una serie de estudios nacionales y regionales para analizar las causas de las pérdidas de alimentos y soluciones viables. La Iniciativa Save Food también dirige estudios sobre los impactos socioeconómicos de las pérdidas y los desperdicios de alimentos y sobre los marcos políticos y normativos que les afectan.
  4. Apoyo a proyectos para que los sectores público y privado piloten e implementen estrategias de reducción de pérdidas de alimentos.

El enfoque SAVE FOOD trabaja en un marco internacional como son los Objetivos de Desarrollo del Milenio, los próximos objetivos de desarrollo sostenible, la Agenda Post-2015 y el Reto del Hambre Cero.

En Europa, el Parlamento Europeo estableció el 19 de Enero de 2012 en su “Resolución sobre cómo evitar el desperdicio de alimentos” estrategias para mejorar la eficiencia de la cadena alimentaria en la UE, en la que insta a los Estados miembros y a los agentes de la cadena agroalimentaria a que aborden urgentemente el problema de las pérdidas y el desperdicio de alimentos a lo largo de toda la cadena de suministro y de consumo y formulen directrices sobre vías de mejora de la eficiencia de la cadena agroalimentaria sector por sector y las apoyen, y les instan a que incluyan esta cuestión como prioritaria en la agenda política europea; pide a la Comisión, en este contexto, que fomente el conocimiento de los trabajos en curso tanto en el Foro de Alto Nivel sobre la Mejora del Funcionamiento de la Cadena Alimentaria como en la Mesa Redonda Europea sobre Consumo y Producción Sostenible, también en lo referente a las recomendaciones acerca de cómo combatir las pérdidas y el desperdicio de alimentos.

Además como vimos anteriormente en este año 2016, algunos países europeos están promoviendo un marco legislativo para tratar de reducir el despilfarro alimentario.

En España el MAGRAMA ha desarrollado la estrategia “Más alimento, menos desperdicio” en la que fija un programa para la reducción de las pérdidas y el desperdicio alimentario y la valorización de alimentos desechados.

En todas estas iniciativas, el consumo en los hogares juega un papel fundamental. Desde esta perspectiva existen diversas medidas que pueden tomarse como una mejor planificación del menú semanal, el consumo de los alimentos que lleven más tiempo comprados, no guiarse sólo por la apariencia de los productos, aprovechamiento de las sobras, etc.

En definitiva la pérdida de alimentos es un asunto que debe ser prioritario en la agenda mundial ya que está relacionado con los grandes retos que afronta la humanidad en la actualidad: el hambre y la desnutrición, el cambio climático y la generación de residuos.

Las estrategias deben ser globales y multisectoriales porque todos implicados son parte del problema y de su solución.

Nur Khalil Perea

Cátedra Ecoembes UPM